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Hay momentos en la vida que nos encontramos en el cruce de caminos que definirá lo que haremos en el futuro, el éxito o fracaso de lo que hacemos, tal vez nos preguntamos si es la decisión correcta seguir haciendo lo que hacemos sin estar plenamente convencidos o lo que podría resultar peor: que no nos gusta ni una pizca.

Casi siempre nos dicen que el éxito significa subir y subir, pero casi nadie nos enseña que la escalera no es solamente para ascender, descender en un momento dado para tomar otro camino o ascender por otra escalera más de nuestro agrado es también éxito, pero sobre todo, aprendizaje de nuestras fortalezas y debilidades, de nuestras aptitudes y vocación.

Esto fue lo que le sucedió a Alejandra, nuestra protagonista de hoy. Llegó a España en 2009 desde su lejana Michoacán en México, para estudiar un Master en Salud Mental. Estuvo un año estudiando, tres meses antes de regresar quiso el destino que conociera al que iba a convertirse en su marido.

«Me regresé a México y estuvimos un año separados, entonces decidimos casarnos y me regresé a España para preparar la boda y también para buscar un Doctorado. Un día fuimos a una ExpoBoda mi novio y yo, se nos acercó una chica de Mary Kay y me dio una invitación para trabajar con ellos». 

«Mi novio fue quien me animó a aceptar la invitación, yo tenía que regresarme a México, así que no tuve contacto hasta mi vuelta, finalmente fui a la clase y me hice consultora, no estaba muy convencida puesto que un tiempo yo había vendido Jafra y no era algo que me haya gustado mucho». 

Al no conocer a mucha gente, empezó con su círculo cercano: familia y amigos, echó mano de su suegra, familia política, amigas de su suegra, ex-compañeras de Master… cuando se terminaron esos contactos empezó lo más difícil: entrar a puerta fría.

«La chica que me llevaba me ayudó y salimos juntas a la calle a dar invitaciones, pero te das cuenta que la gente pasa de tí, no confía, no te da los datos ni siquiera te recomienda a nadie, lo empecé a ver muy difícil, por otro lado me sentía un poco presionada porque empezamos haciendo pedido grande para tener todos los regalos y tenía el temor que me quedase con ese producto sin vender». 

Las mujeres en Barcelona se cuidan la piel, pero no se maquillan, sus costumbres de arreglo personal son muy distintas a las que tenemos en México.

Sus mejores clientas para cremas, las mujeres mayores de 50 años que invierten en productos, sin embargo, seguía quedando el maquillaje.

«Mary Kay lo tenía como una manera de ocuparme, pero no estaba muy motivada, además tenía la sensación de estar vendiendo algo que la gente no necesita, era un mix un poco raro, es por eso que no me gustan este tipo de ventas». 

«Otra desmotivación fue comprobar que aquí la gente no se maquilla, afortunadamente tuve la suerte de que me cambiaran productos que yo tenía por los que me hacían falta… pero ya no tenía contactos». 

Viendo que al final no vendería nada y con un stock de productos bastante amplio (entre compras y regalos) , intentó devolverlo – tal y como le habían dicho cuando se apuntó para vender: «pero al no poder separar las compras de los regalos les salía yo debiendo dinero, así que me volví a casa con los productos y con un grupo de contactos de Facebook y otros medios vendí los productos a precio de costo, yo solo quería recuperar mi inversión… al final todo fue ganancia». 

Para Alejandra, bajar los peldaños de la escalera que se ha subido no es un fracaso, tampoco bajar el listón, es simplemente corregir el camino y la dirección que llevas en la vida para reorientarte hacia lo que más te gusta, para lo que te sientes capacitado y absolutamente cómodo, en su caso: el doctorado en Neuropsicología y haber formado una familia.

Con esta experiencia aprendí que no pasa nada si no te gustan las ventas y que puedes triunfar siempre y cuando hagas lo que te gusta

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