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accesorios, arte, artesanal, Artista, inmigrante, México, Mujer, pintura
Esa frase de Phillippe Starck me parecía la más adecuada para Laurelena, sin embargo, de repente me encontré con otra, creo que se acerca mas a ella, tal vez porque para mí la poesía – y los poetas- con las palabras pintan de color hasta el mas negro de los horizontes, Laurelena pinta con sus pinceles retazos de vida, momentos de felicidad, recuerdos personales que perduran en cada una de sus obras.
Laurelena no solo pinta pañuelos de seda, también lo hace al óleo y de vez en cuando, maquilla a las modelos que su esposo fotografía.
Pero hay que empezar por el principio: es originaria de México, estudió Comercio Internacional, también Finanzas e hizo una Maestría en Administración, y hace 5 años se trasladó a la República Checa, país de origen de su marido.
Como hobbie hizo varios cursos de arte y aunque tenía el apoyo de sus padres «ellos quisieron que estudiara algo que fuera seguro y pudiera permitirme seguir con la pintura como afición. Mi marido siempre ha visto mi trabajo y le gustaba mucho, él fue quien me alentó a pintar y dedicarme a lo que me gustaba mientras encontraba un trabajo… pero me dediqué de lleno a la pintura, mi suegra, que tiene una galería, vió mi trabajo y me sugirió que hiciera una exposición».
Fue su suegra quien mostró su trabajo a personas que se dedican al arte: «yo solo hacía lo que me gustaba y no estaba muy segura que pudiera gustar al público, así que decidí que si generaba interés a las personas que vieran mis cuadros haría una exposición, obtuve una respuesta positiva y mi suegra sugirió que la montásemos a dos años vista, por lo que tuve bastante tiempo para hacer más trabajo, tener material, etc».
Se dedicó de lleno a la pintura y en ese tiempo de creación, surgieron oportunidades de exponer en pequeñas galerías de Praga y en algunos pueblitos cercanos, «Ya he perdido la cuenta de cuantas he hecho».
Su temática está relacionada con México, con sus raíces: «aquí les llamaba la atención que soy mexicana y siempre me decían Tequila y Sombrero, la pintura fue una oportunidad de mostrar mis orígenes y el mundo de donde venía».
Su primera exposición se llamó «Mas que Tequila y Sombreros«, la montó en un restaurante mexicano que actualmente ya no existe, todas las pinturas eran sobre gastronomía y vivencias que mostraban su ciudad, Guanajuato.
«Algunos eran de rebozos, otras de tradiciones muy nuestras como Desayuno Dominical, que era la costumbre en casa, los domingos por la mañana en casa de mi abuelita toda la familia reunida para compartir la primer comida del día. Era una pequeña muestra de nuestros valores, de la tradición que gira alrededor de la gastronomía porque el pretexto para juntar a la familia es ese, luego entre todos preparar la comida, ya sentados en la mesa es el momento de hablar, de saber que hemos hecho durante los días que no nos hemos visto, contar historias familiares, transmitir valores, costumbres, la vida gira siempre en torno a la comida y el lugar es la cocina, que es el corazón de cada hogar»
«Y así como se transmiten de generación en generación valores, costumbres, también esos dichos y refranes, la sabiduría popular que viene de nuestros mayores, todo se da en la cocina: regaños, conversaciones, confidencias, intercambio de recetas, soluciones para todo tipo de problemas, bromas...»
Esa mismas vivencias que plasma a través de sus cuadros, es lo que hace con sus pañuelos, porque cada uno es tan personal que no hay dos iguales: «antes de pintar, pido toda la información que me puedan dar sobre la persona a quien se lo van a regalar, necesito que me describan su forma de ser, sus gustos, su historia, su conducta… hace tiempo una amiga me pidió uno para su abuelita y ella recordaba el jardín y las gladiolas que tenía la señora, me platicó mucho sobre ella y así fue que me inspiré y le hice varias propuestas».
Utilizo la psicología del color
«Creo que es importante, según sea la personalidad de mi cliente, proponer colores que mejorarían su energía y que le hagan sentirse mejor»
En el caso de las parejas, se basa en los recuerdos en común, cada una tiene su propia historia y ese detalle es el que plasma en sus diseños, haciendo un producto exclusivo e irrepetible «tal y como es la vida de cada pareja».
Tiene también catálogos con pre-creaciones que reflejan parte de la cultura mexicana, la que más éxito tiene es la colección de las sandías, que tiene entre sus grandes seguidores a sus compatriotas.
Actualmente está un poco alejada de la pintura, es madre de un bebé de meses y es quien por ahora fija sus horarios y agenda, «dentro de mis planes está empezar a diseñar otras cosas, pero todo depende de mi jefe que es mi hijo, todo producto hecho a mano tarda mucho y con los tiempos tan limitados que ahora tengo, tendría que cambiar algunas cosas… no quiero que se pierda la magia, por ahora mi prioridad es mi bebé».
Es fácil adivinar con qué palabra o frase se identifica, y no es otra que COLORES
«Todo lo que hago es en base a los colores, creo mucho en su energía y poder, por llamarlo de alguna manera diría que es un poder curativo que te ayuda a sentirte de tal o cual forma, que te hace transmitir mucho de tu persona».
«No tengo un color único para identificarme, la gama es la que identifica a la persona, somos una paleta de colores, la variedad es lo que te hace ser como eres. Tal vez depende del momento que estés pasando en ese instante lo que te puede identificar con uno solo…. pero no son definitivos».
Pinto según el lugar donde me encuentre, en México pintaba con gama fría, ahí todo es más cálido, pasional…. en Praga, que tiende a la magia, a lo romántico, lo melancólico, pinto con lo que me hace falta de México: rojos, naranjas…
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